Una chica normal o una chicas prepagos medellin pagada

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Ya es tarde, tengo un poco de sueño, pero estoy enganchada a este nuevo, para mí, mundo de los blogs. Todo el día supervisé mi espacio por si alguien dejaba un comentario, pero hasta ahora aparece en ceros, creo que es normal, porque es el primer día que mi blog sale al aire, ya esteraré en un par de días a ver si alguien me visita.

Chicas Prepagos Medellin

Como ya saben, a grandes rasgos, además de dedicarme al estudio de las ciencias médicas, también soy una chica prepago, o como muchos nos dicen: prostituta.

Les contaré aquí como fueron mis inicios en esta profesión, si así se le puede llamar. Todo empezó cuando terminé mis estudios secundarios, a mediados del mes de noviembre, del año dos mil y algo, de inmediato mis padres me inscribieron en una de las mejores universidades de la ciudad, como es un instituto de pago los trámites no eren tediosos, simplemente fuimos al banco, consignamos el valor de la matrícula y ya podía decir con orgullo que era universitaria, una estudiante de medicina. Las clases empezaban hacia el mes de enero, por lo que tenía casi dos meses para descansar y vacacionar con tranquilidad. Todo fue normal, las fiestas navideñas, celebración de fin de año, etc, hasta que con ansias entré a estudiar. Aquel mundo era nuevo para mí, el ir sin uniforme a un salón de clases, estudiar con personas muchísimo mayores que yo, poder fumar o tomarse alguna que otra cerveza dentro de la misma institución… Todo eso era nuevo. Yo solo tenía 19 años de edad y recién salía de un colegio con tintes conservadores: uniformada y bien peinada, rigurosos horarios de entrada y salida, no comer dentro del salón de clase, zapatos limpios, calcetines blancos y una falda dos centímetros debajo de las rodillas, ah! Y ni que hablar del maquillaje, éste no se podía llevar ni en las uñas, porque era motivo de sanción.

Aunque yo nunca fui tonta, conservadora o recatada, tampoco tenía la experiencia de enfrentarme a ese nuevo mundo, ese mundo universitario en el que además de que te imparten temas hasta ese momento desconocidos o poco manejados, tienes que relacionarte con personas de diferentes edades, caracteres, religiones, preferencias sexuales, etc. Los primeros meses en la universidad no fueron muy notorios, casi no se advertía la diferencia entre universidad y escuela secundaria, aunque quizás fui yo la que quise que fuera así. Siempre era de la universidad a la casa y viceversa. El tiempo en que no estaba estudiando la pasaba en casa con mi familia y de ves en cuando con un novio que tenia hace varios meses, a él lo conocí cuando estudiaba en el colegio.

Finalizando el primer semestre de estudios, una de mis compañeras y mejores amigas me invitó a una fiesta que iban a celebrar unos chicos de la misma facultad pero de semestres superiores. Ya conocía mucha gente, tenía amigos por doquier y no me pareció mala la idea de poder compartir con ellos en una discoteca de la ciudad, todo era cuestión de ir y pasarla bien y eso hicimos. Estando allí conocí a más personas, mi círculo de amigos y conocidos se fue ampliando hasta el punto de ser invitada a toda fiesta o viaje que ellos hacían. Muchas veces iba con mi novio otras simplemente sola, estas veces era porque mi novio no podía o porque sencillamente no quería.

Estando en una de esas fiestas con muchos de mis amigos, mientras bailábamos se me acerca una chica, la cual solo conocía por su nombre, pero no tenía más referencias de ella. Me habla al oído diciéndome que quiere hablar conmigo, no le vi nada de malo, por lo que acepté de inmediato. Me dice que un amigo suyo se había interesado mucho en mí, y por medio de esa persona había bastante dinero de por medio. Lo primero que me dio fue risa, quizás porque tenia algunos tragos en la cabeza y en ese momento no podía entender la situación a la que ella me sumergía. Ella notó poco interés en mi respuesta, por lo que no siguió insistiendo con su propuesta. Al día siguiente esta chica, llamada M.A. me llama al móvil, extrañé que fuera ella, porque solo le conocía de nombre, por lo que de inmediato supuse que alguno de mis amigos le había dado mi número telefónico. Hablamos por un buen rato, hasta que en medio de la charla sale nuevamente su propuesta, ahora que estaba en mis cabales me asusté un poco, no podía entender de que se trataba y por mi cabeza pasaron muchas cosas, lo primero que pensé, admito ingenuamente, que su amigo quería ligar conmigo, pero luego caí en cuenta que M.A. me había comentado la noche anterior que existía dinero de por medio, entonces no se podía tratar de un simple ligue. De inmediato rehusé a cualquier palabra que ella mencionara, no puedo negar que me dio susto y hasta histérica me puse, ya que por mi cabeza pasaron muchas cosas, pero la principal causa era que se podía tratar de negocios con el narcotráfico. Ella me tranquilizó y hablamos nuevamente, quedamos de vernos en la universidad al siguiente día, ya que quería comentarme de que se trataba, como yo “sabía” quien era ella fui a nuestro encuentro sin miedo alguno, pero con muchos nervios y hasta intriga por saber de que se trataba, saber que era lo que su amigo quería conmigo.

Nos encontramos, de las primeras cosas que ella dijo fueron alusiones a mi cuerpo, siempre destacando mis rasgos corporales, me embellecía a cada rato. Hablaba de mi lindo rostro, de mi escultural figura y de mi juventud. Me fui tranquilizando, no se si fueron su palabras y las ganas de saber de que se trataba todo esto. Me lo contó. Me dijo que un amigo suyo estaba interesado en mi cuerpo, que quería tener relaciones sexuales conmigo y a cambio él me daría una suma de dinero, en aquel entonces creo que fueron como 700 dólares. Yo me torné pálida, mis manos sudaban, casi no podía hablar. Lo único que quería era salir corriendo para mi casa y despertar en mi cama e imaginar que todo se trataba de una pesadilla, pero no fue así, todo era tan real como la vida misma. M.A. al verme nerviosa me dijo que me lo podía pensar con calma, que no era algo fácil y podía tomarme todo el tiempo para pensarlo, pero lo único que le dije fue que no tenía que pensarlo, ya que nunca me iba a la cama con alguien que no conozco y menos por dinero, ella simplemente me dijo que si tomaba alguna dedición, cualquiera que fuera, le llamara y se lo contara.

Lo pensé, solo me tomó dos semanas decidir algo de semejante envergadura, no se si fue mucho o poco, pero solo me tomó dos semanas. En el transcurso de esos quince días, mientras me decidía, ya no era la misma, comía poco, hablaba poco y cuando iba a la universidad siempre evitaba encontrarme con M.A., aunque fuera solo de mirada. Minutos antes de llamarla a decirle SI ACEPTO, lloré como nunca en mi vida, pensaba en mis padres, en mi novio, en mi familia, en la chica que hasta ese momento era, lloré como nunca lo había hecho, pero estaba decidida. Al principio pensé en tener sexo con aquel hombre, no recibir el dinero y olvidarlo todo, no quería sentirme pagada, utilizada, no quería sentirme una mercancía. Pero estando un poco más tranquila pensé que si lo hacía, y el estaba dispuesto a pagarme tanto dinero era por algo, porque atraía, y era tanta la atracción que generaba que la única forma de que un hombre cualquiera pudiera estar conmigo era por medio del dinero, porque no podía ser otra, hasta el momento lo sigo pensando, quizás esa sea la única forma de autoalivio, la única forma de no sentirme sucia como una Prepago Medellin , sino aclamada, aclamada por hombres adinerados que su única salida para conquistar a una chica de mi tipo es a través del dinero. Quizás me pase de ególatra, pero es mi única salida y mi único calmante.

Acordamos la cita por medio de M.A. Llegó el día definitivo, el de nuestro encuentro. Nos citamos en un restaurante y aunque iba con los nervios de punta traté de mostrarme lo más natural posible. Lo vi, era un tipo bastante apuesto, de buenos modales, bastante caballero, muy educado y bien hablado, me resultó atractivo, pero en ese momento no podía verlo como hombre, no podía hacerlo porque ambos sabíamos que todo se trataba de una transacción: mi cuerpo por su dinero, como toda una acompañantes medellin .

Hablamos un poco de todo luego el pagó la cuenta y nos subimos a su auto. Yo quería gritar, sentía que iba a entrar en pánico, me asfixiaba la ropa, sentía el corazón en la boca, no hablaba, lo único que hacia era mirar para la calle, estaba a punto de llorar. Entramos al hotel, un hotel bastante costoso, él ya tenía todo reservado, solo fue subir al ascensor y llegar a la habitación. Entramos de inmediato, yo me senté en la cama y no dije nada, el se sirvió un trago y me ofreció otro pero yo rehusé, sentía que si me lo tomaba era capas de vomitarlo en el instante. Yo no sabía que decir, como actuar, no era capas de sostener la mirada, no era capas de nada en ese momento. Él bastante comprensivo y sabiendo la situación en la que yo estaba se sentó a mi lado, trató de tranquilizarme, nos fumamos un par de cigarrillos y al final de ellos me preguntó si estaba segura, asintiendo con la cabeza le dije que si.

Lo primero que me propuso fue que juntos tomáramos un baño, yo rehusé y lo tomó a bien, por lo que él se bañó primero, tardaría unos diez minutos en hacerlo, mientras yo aprovechando que estaba sola, me tomé dos tragos grandes del whysky que había en la habitación del hotel. Salió en su bata de baño, de inmediato entré yo, cerré la puerta con seguro y me bañé, traté de que todo fuera lo más lento posible, y aunque ya estaba decidida a hacerlo, no quería que el tiempo corriera tan rápido en ese momento. Me puse la misma ropa interior que traía, salí así y él ya me estaba esperando en la cama. Me acosté a su lado, empezó a acariciarme muy suave, yo trataba de hacer lo mismo pero se me hacía imposible. Estando los dos en la cama perdí un poco de pudor, aunque en ningún momento me sentí excitada. Él me desvistió y empezó a practicarme sexo oral, y aunque yo traté de relajarme nunca pude hacerlo, nunca llegué a sentir lo mismo que sentía cuando lo hacía con mi novio.

Tuvimos sexo, o más bien él lo tuvo conmigo, yo solo me limitaba a realizar lo que él sutilmente me sugería: alguna postura en especial, sexo oral, en la cama, en el suelo, parados, de rodillas, etc, de mi cuerpo solo salían algunos fluidos corporales causados por la penetración y cortos gemidos de mi boca, que solo eran motivados por el dolor moral que sentía en ese momento. El trato fueron dos horas, pero solo estuvimos desnudos por aproximadamente hora y media, el resto me la pasé en el baño, me bañé como nunca en la vida, quería quitarme su sudor de mi cuerpo, sentía que iba a quedar impregnada de su aroma por toda la vida, todo el jabón y el shampoo lo gasté lavando mi cuerpo y la entrada a mi vagina, no quería sentirme sucia, no quería quedar oliendo su aroma.

Después de mi baño me sentí mucho más tranquila, como si hubiera nacido de nuevo, porque ya sabía que no tenía más obligación con el que ahora había sido mi primer cliente. Salí de nuevo a la habitación y ahí estaba él, apacible. Cruzamos un par de palabras, esperé a que se bañara para poder salir juntos del hotel. Antes de salir me dio el dinero en pesos colombianos, lo metí a mi bolso y salimos, no permití que me llevara a ningún lado. Ya era de noche, aunque no muy tarde. Tomé un taxi con dirección a mi casa, saludé a mi familia con mucha vergüenza, porque pensé que lo sabían todo, imaginé que me estarían esperando todos juntos para reprocharme por lo que había hecho, por lo que no quise cenar, solo me dirigí al baño, tomé una ducha y me fui a la cama. De igual forma lloré, pero me sentía más tranquila, como liberada. Al día siguiente, no se por qué, tomé el dinero de mi bolso y al hacerlo me palpitó mucho el corazón pero me reí, creo que fue una risa muy nerviosa, lo hice en voz alta y me dije a mi misma que ya era una prostituta.

Pasó más de un mes sin que lo hiciera más hasta que M.A me contactó nuevamente para decirme que J.L quería de nuevo estar conmigo, esta vez no lo pensé tanto, por lo que de inmediato accedí. Mismo restaurante, mismo hotel, misma suma de dinero, pero con la diferencia que ya estaba más tranquila, me sentía más en confianza, esta vez no demoramos tanto en empezar y además lo hicimos un poco más de las dos horas. He de confesarles que esa vez si me excitó mucho, tuve varios orgasmos, todos reales. Por aproximadamente seis meses J.L fue mi único cliente, acudía a mí esporádicamente, pero siempre lo hacíamos en el mismo lugar y el dinero era el mismo.

Con un poco de vergüenza escribo estas palabras, ya que ustedes, además de los de la agencia (que ya les contaré), M.A y mis clientes, son los únicos que saben la verdadera historia de mi vida y si me lo permiten, podrán saber más adelante lo que me vaya aconteciendo día a día, en mi vida como una chicas prepagos, ah! Pero si tampoco les molesta, contaré cosillas de mi vida “normal”, esas cotidianidades que suceden antes, durante y después de mi trabajo.